miércoles, 5 de noviembre de 2014

Sostenibilidad alimentaria y transgénicos

La sostenibilidad alimentaria mundial y los transgénicos son temas que van de la mano y que me gustan mucho así que con este post inauguro una serie de artículos interesantes sobre la materia que voy leyendo aquí y allá.

Algunos defienden -con cifras contundentes- la necesidad de investigación y cultivo de transgénicos para dar de comer a todos los que estamos (y vamos siendo cada vez mas...). No obstante hay un sector de opinión que se mantiene escéptico frente a los transgénicos y sus - supuestos - efectos nocivos para la salud a largo plazo. 

Este artículo me ha parecido bastante bien argumentado aunque tendencioso ya que pertenece claramente al sector de opinión contrario a los alimentos transgénicos y pro-agricultura ecológica.

NOTA 1.- bien discretos han sido los autores mencionando las semillas "MON" y las semillas de transgénicos pertenecientes a una multinacional "que no se pueden replantar" (clara alusión creo yo a la multinacional MONSANTO, que comercializa con gran éxito productos similares). 
Otro día hablamos de "MONSANTO luces y sombras..."

NOTA 2.-bien certeros son también los autores al afirmar que ARAGÓN ES LÍDER NACIONAL Y EUROPEO EN PRODUCCIÓN DE TRANSGÉNICOS. ¿Sorprendidos? Pués así es...

Por Sonia Serrano González y David Olmo Nadal - Comité de Agricultura Ecológica de Aragón
Hoy en día, además de la crisis económica, se habla de otra crisis: la crisis alimentaria. Se nos da a entender que faltan alimentos en el mundo, por lo que la única solución que hay es producir cada vez más. ¿El hambre en el mundo es consecuencia de la falta de alimentos?
Sobre este tema, cabe resaltar, que según nos cuenta el profesor Raj Patel en su libro “Obesos y Famélicos” <<La humanidad produce actualmente más alimentos que en toda su historia, y sin embargo una cifra superior al 10% de la población padece hambre. El hambre de esos 800 millones de personas ocurre al mismo tiempo que otro record histórico: mil millones de seres humanos sufren hoy en día sobrepeso>>.
Parece ser que más que por la falta de alimentos, el hambre en el mundo tiene su causa en el mal reparto de los mismos.
Hoy en día la superficie agrícola destinada para alimentar a los animales es casi el doble (65%) que la reservada para el consumo humano (35%).
Hagamos un símil simple, los 250 g de carne que tiene una hamburguesa han necesitado de 50 platos de cereales para producirse. Una cosa es segura, si alguna vez no podemos traer alimentos de fuera, nuestra ganadería será la única que no pasará hambre.
Dentro de este mundo globalizado, se ha pasado de una autosuficiencia alimentaria o soberanía alimentaria a una dependencia creciente en los mercados internacionales y a una disminución de las inversiones en la producción local de alimentos. La liberalización del comercio ha dinamitado la capacidad de muchos países para alimentarse a sí mismos
Hoy por hoy el alimento se maneja en base a las ganancias y no a la salud. Prefieren tirar alimentos antes que rebajar los precios. Se coge la fruta y/o la hortaliza verde porque lo que interesa es que soporte largas distancias de transporte o que aguante mas en las cámaras, no interesa en que estado llegan al  consumidor final.
Como dice el presidente de Slow Food (movimiento internacional que defiende la identidad propia de los alimentos y de sus productores), Carlo Petrini“Nuestros mayores tenían un respeto sagrado por el alimento, pero la industrialización y la invasión del fast food nos ha hecho perder ese vínculo que siempre se ha tenido con la comida. Vivimos en una situación de falsa felicidad gastronómica… Nunca se ha hablado tanto de comida y nunca se ha comido tan mal”.

No hay que ser un experto nutricionista para haberse dado cuenta que los tomates no saben a nada, que la fruta nos la venden para que quede bonita en el frutero (sabor no tiene pero brillo no le falta), que la carne se queda en nada en nuestra sartén, y así un largo etcétera. Eso si, somos muy internacionales, comemos tomates de Marruecos, espárragos de China, ternera de Argentina, pimientos peruanos....y como no tenemos que pagar el efecto ambiental que supone tanto transporte, nos salen muy baratos!!.
Dentro de esta agricultura globalizada, carente de identidad territorial, y en la que lo único que interesa es ganar dinero, como si de una mercancía cualquiera se tratase, surgen a modo de caballo de Troya de la agricultura intensiva los cultivos TRANSGÉNICOS, última vuelta de tuerca para los pequeños productores, para los consumidores y para el medio ambiente.
Con esa “bucólica” imagen de solucionar el hambre en el mundo ya se cultivan (sólo en algunos países) maíz, soja, colza y algodón de origen transgénico. Claro, la mejor solución para acabar con el hambre en el mundo es ¿alimentar al ganado del 1º Mundo?

La semilla de un transgénico es propiedad de la multinacional, no se puede volver a sembrar, hay que comprarla cada año. Además hay que aportarle un producto químico (herbicida) que también fabrica esa multinacional. ¿Quién sale ganando con todo esto?

Desde su aparición, hace ya 10 años en nuestros campos y platos, todo lo que los rodea carece de transparencia. Se desconocen sus efectos en la salud humana y en el medio ambiente. De hecho hay muchos países como Francia, Italia, Alemania, Grecia, Austria, Irlanda Rumanía, que haciendo uso del principio de precaución, han protegido a sus consumidores y a su medio ambiente mediante moratorias a su cultivo. En Aragón todo lo contrario, de hecho somos el primer productor de transgénicos europeo, con casi la mitad de la superficie total cultivada en Europa.

Un transgénico es un ser vivo creado en un laboratorio que no existiría en la naturaleza puesto que se franquean barreras entre especies, introduciendo genes de unas en otras (por ejemplo genes de ratas en lechugas). Durante este proceso se usan genes resistentes a antibióticos. Dichos antibióticos son los mismos que se usan en la lucha contra enfermedades tanto humanas como animales (por ejemplo la amoxicilina). Los transgénicos podrían transferir a las bacterias dicha resistencia y el antibiótico perdería su efectividad, es por eso que la Asociación de Médicos Británica ha recomendado prohibir el uso de estos genes resistentes.

Es un gran experimento lleno de efectos imprevistos, hasta el punto de que el 99% de las plantas transformadas mediante ingeniería genética se tiene que eliminar, por presentar características no deseadas.
La información necesaria para que se elabore una proteína está contenida en un gen y la alteración o inestabilidad de los genes y su interacción con la nueva cadena de ADN puede hacer que las plantas produzcan nuevas toxinas.
Hay numerosos estudios que incitan a dudar de ellos, como por ejemplo los siguientes:
  • En 2007 el departamento de ingeniería genética de la universidad de Caen en Francia presentó un estudio que demuestra que las ratas de laboratorio alimentadas con el maíz modificado genéticamente MON 863 mostraban signos de toxicidad en el riñón y en el hígado.
  • El Gobierno de Austria demostró problemas de fertilidad y reducción en el tamaño y peso de la camada en la tercera y cuarta generación, en ratones alimentados con maíz transgénico NK 603 x MON 810. Sorprendentemente, este maíz está aprobado para la alimentación humana y animal en la UE.
  • Un estudio, esta vez en Australia, demostró que ratones alimentados con guisantes transgénicos presentaban reacciones alérgicas y se volvían más vulnerables a otras alergias alimenticias.
Ya lo dijo el Dr. Arpad Puztai, en 1998 “los alimentos transgénicos podrían originar afectaciones en el sistema digestivo y sistema inmunológico.”
A estos riesgos sanitarios hay que añadir los casos demostrados de falta de control y seguridad, como en el caso del Maíz Starlink, no autorizado para consumo humano y que apareció en la cadena alimentaria por contaminación, o el caso del Maíz  Bt176 consumido en España desde 1998 y que tuvo que ser prohibido en el 2005 por recomendación de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria.

Ante estos datos alarmantes, que cuando menos incitarían a aplicar el principio de precaución, en Aragón hemos apostado por ser el referente europeo en dicho cultivo.
¿No sería mejor y más seguro para el consumidor y el medio ambiente potenciar otro tipo de agricultura?
En un país tan “avanzado” como el nuestro, no es entendible que el consumidor no sepa lo que esta comiendo y  tampoco pueda elegir lo que come.

FUENTE: WWW.ECODES.ORG.

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